Senda de la Hoz del Abión

Presentación breve

El Burgo de Osma es una hermosa villa castellana de calles y plazas soportaladas situada junto al río Ucero, cerca de su confluencia con el río Abión. Es, sin duda, uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Soria. Orgulloso de sus raices celtíberas y romanas, el pueblo luce una gran catedral gótica, castillo y muralla medievales, y grandiosos edificos públicos que atestigüan su pasado esplendor.

Partiendo de la zona urbana, esta sencilla ruta de senderismo permite conocer uno de los parajes más bonitos pero igualmente desconocidos del entorno natural de El Burgo de Osma: la hoz del río Abión. Si la hoz del Ucero, con sus jardines y su vereda asfaltada, es el paseo de la tarde para señoras y parejas, la hoz del Abión es el reducto de corredores de fondo y caminantes con perro, y en verano un lugar de aventuras para niños en bicicleta. Cuando vivíamos en El Burgo de Osma este era uno de nuestros paseos favoritos.

Señalización

La ruta no tiene señalización oficial.

Descripción completa de la ruta e indicaciones

El sendero lo vamos a recorrer en sentido horario.

La ruta comienza y termina en El Burgo de Osma en el puente viejo sobre el río Ucero, junto a la muralla. Pasamos por el arco de San Miguel y entramos en el casco histórico de El Burgo de Osma. Atravesamos las plazas peatonales de San Pedro y de la Catedral, dejando a mano izquierda la Catedral de la Asunción, y giramos a la izquierda para enfilar la Calle Mayor.

Avanzamos bajo los soportales hasta llegar al kiosko de la ONCE, donde torcemos a la derecha. Atravesamos la Plaza de Santo Domingo (Plaza del Rastro), subimos unos escalones, y cruzamos por el paso de peatones a la acera de la Iglesia parroquial. Seguimos subiendo todo de frente por la Calle Francisco de Federico y luego la Calle Fuentecardeña, donde poco a poco los pisos van dando paso a chalecillos con jardín, y al final llegamos al campo.

Después de pasar la última casa viramos hacia la izquierda y subimos una pequeña rampa, y bordeando los depósitos de agua por fin nos adentramos en el pinar. Vamos paseando entre pinos sobre un terreno cada vez más arenoso.

Según andamos vemos a nuestra izquierda, a través de los árboles, los campos de la vega del río Ucero, y en la distancia divisamos las altas paredes del Cañón del Río Lobos. Poco a poco el bosque se va abriendo y aparecen unos grandes afloramientos de piedra a cada lado del camino.

A continuación el sendero llanea y empieza a bajar hacia la vega del río Abión, que se abre delante de nosotros. Al poco de pasar los últimos árboles cogemos una senda estrecha que bifurca hacia la derecha, dejando a nuestra izquierda la pista con rodadas de vehículos.

Bajamos siguiendo la alineación de las rocas, cruzando una pista cerca de un corral abandonado, y continuamos de frente atravesando unos campos de cultivo. A continuación el sendero tuerce ligeramente hacia la derecha y bajamos hacia el Puente de La Tejeda.

El viejo puente de piedra sobre el río Abión ha sido sustituido por un puente moderno de hormigón más adecuado para el tráfico pesado de la carretera de Almazán, pero junto al puente viejo encontramos un remanso de paz, con una gran poza de aguas verdes y una pequeña zona recreativa. En este punto nuestro sendero gira noventa grados a la derecha para poner rumbo nuevamente a El Burgo de Osma.

El último tramo del río Abión discurre durante más de 4 km por una sinuosa hoz hasta su confluencia con el río Ucero. Desde nuestro camino observamos el fuerte contraste entre la vegetación de ribera y el monte bajo de plantas aromáticas que recubre las laderas calizas de la hoz.

También llama la atención el bonito color verde azulado que caracteriza las aguas del Abión ya desde su nacimiento en la Fuentona de Muriel y por todo su recorrido.

En las paredes más altas de la hoz anida una colonia de buitres, y durante nuestro paseo no es difícil ver, u oír, corzos.

A medida que nos acercamos al final de la hoz, volvemos a la 'civilización'. Sobre nuestras cabezas, el castillo medieval de Osma domina el alto entre las hoces de los ríos Abión y Ucero. El castillo actualmente se encuentra en proceso de restauración.

Y al dar la última curva, nos encontramos con una antigua piscifactoría abandonada, tan característica de la decadencia soriana, junto con un antiguo molino también abandonado a su suerte. Y al lado de un campo de almendros, el Pozo de la Peña sirve de piscina improvisada en verano y abrevadero favorito de un rebaño de ovejas.

Justo debajo del puente de piedra junto al molino se encuentra la confluencia del Abión con el Ucero. Cuando ambos ríos llevan un buen caudal, es curioso ver como discurren juntos sin mezclarse durante unos cuantos metros; el Abión con su característico color verde azulado y el Ucero teñido de rojo por la arcilla arrastrada de todos las vaguadas y campos de cultivo de su vega.

Para volver a nuestro punto de inicio, giramos a la derecha para seguir el río Ucero aguas arriba.

Atravesamos el parque del Carmen, con sus jardines siempre cuidados y floridos. Aquí en verano ponen una terraza donde se está estupendamente, un sitio ideal para recuperar fuerzas tras el paseo. Desde aquí continuamos por delante del antiguo Convento del Carmen y en seguida llegamos de nuevo al puente de La Matilla.

Excepcionalmente, la crecida del río Abión puede impedir el acceso a pie por el tramo final de la hoz. Los margenes del rio se suelen inundar con facilidad a finales del invierno, pero hay dos puntos concretos donde puede resultar imposible seguir avanzando. Sin embargo, en ambos casos disponemos de sendas 'escapatorias'.

En el primer caso, a dos curvas del final de la hoz, la subida del nivel del agua puede llegar hasta las paredes de roca, anegando el camino. En el caso improbable de encontrarnos en tal situación, debemos retroceder unos centenares de metros por donde hemos venido, y justo después de pasar los restos de una casa de piedra (es la única ruina que hay en toda la hoz) veremos a nuestra izquierda un barranco con una senda por donde podemos subir. Esta opción nos llevará al alto encima del cementerio y el seminario, y también desde allí podemos subir con facilidad al mirador con una cruz que se ve encima de la hoz.

El segundo punto donde el agua puede cortar nuestro camino está en los últimos metros antes de llegar al puente. En tal caso, como alternativa podemos atravesar el campo de almendros y subir al mirador de la Ermita de la Magdalena, y desde allí bajar al pueblo.